El Real Murcia, Dr. Jekyll a domicilio y Mr. Hyde en su diván
La afición del Real Murcia vive en una montaña rusa emocional. Victoria a domicilio, liderato y... ¿vuelta a las dudas en casa? Analizamos la extraña relación del equipo con su estadio y la necesidad de encontrar una solución a esta bipolaridad.
REAL MURCIA
El León del Castellar
2/24/20252 min read


El fútbol, ese deporte que a veces parece más una obra de teatro experimental que un juego, nos regaló este fin de semana un nuevo giro en la tragicomedia del Real Murcia. Lejos de la Nueva Condomina, ese escenario que parece ejercer una extraña influencia sobre los nuestros, el equipo se transformó. En Mérida, ante un rival que se crecía en su feudo como un gladiador en el Coliseo, los granas sacaron a relucir su mejor versión, esa que los convierte en el mejor visitante de la categoría.
El estadio Romano José Fouto, testigo mudo de la hazaña, se suma a la lista de estadios que han sucumbido al embrujo de este Murcia bipolar, y vio cómo nuestro equipo, cual Dr. Jekyll liberado de la opresiva presencia de Mr. Hyde, desplegaba un fútbol valiente, efectivo, y, por qué no decirlo, hasta brillante por momentos. El liderato, ese anhelado premio que se nos escapó entre los dedos la semana pasada, volvía a estar al alcance de la mano. Y esta vez, no lo dejamos escapar.
¿Qué ha cambiado en una semana? ¿Es acaso la enésima variación táctica de Fran Hernández, ese alquimista que parece buscar la piedra filosofal en cada alineación? ¿O es, simplemente, el hecho de jugar lejos de casa, lejos de esa Nueva Condomina que, como una amante celosa, parece exigir exclusividad y ahogar a su equipo con su propia grandeza?
Felipe Moreno debería plantearse seriamente la contratación de un psicólogo deportivo. Porque lo de este equipo, francamente, es de diván. Capaces de lo mejor y de lo peor, con una clara alergia a la Nueva Condomina, los jugadores parecen necesitar más terapia que entrenamiento. No es normal, no es lógico, que un equipo sea capaz de pasar, en apenas siete días, de la apatía más absoluta a la voracidad competitiva. Algo que, por el bien del club y de su sufrida afición, necesita ser diagnosticado y tratado.
Quizás algún día, nuestro ilustre cronista Antonio Botías, que este domingo nos desvelaba en el diario La Verdad el misterio del chalé del Malecón, nos revele también el enigma de este Real Murcia bipolar, y nos explique por qué este equipo es capaz de lo mejor y de lo peor, de la gloria y la miseria, en cuestión de días, y pueda desentrañar el enigma de la Nueva Condomina.
Quedan trece jornadas, trece finales, trece oportunidades para demostrar que este Real Murcia es algo más que un equipo bipolar. La próxima semana, el Ibiza, un rival directo, nos visita. Y la Nueva Condomina, ese escenario impredecible, volverá a ser el juez. Ya puedo imaginar a los parroquianos, en los bajos de la Fepemur, con sus quinticos en la mano, renovando sus votos de fe, susurrando ese "esta vez sí" que tantas veces se ha quedado atragantado en la garganta.
Quizás, solo quizás, la Nueva Condomina deje de ser un territorio hostil y se convierta en el fortín que todos anhelamos, que deje de ser un espejismo y sea el escenario de nuestros sueños. Quizás, solo quizás, este equipo, que tan bien se desenvuelve como visitante, aprenda a jugar en casa con la misma soltura y confianza. Quizás, solo quizás, este sea el año, nuestro año.
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